En Pamplona es raro el día que no llueve. Es una ciudad donde puedes encontrar las cuatro estaciones en una sola mañana. A simple vista parece que no tiene grandes cosas que ofrecer, pero hay que saber adentrarse en sus calles e inspeccionar todos sus rincones.
Hay que dejar de lado la zona más turística y descubrir su esencia porque sea de día, o de noche, Pamplona esconde imágenes impactantes.

El viajero despistado puede quedarse con una idea vaga de la ciudad si lo único que visita es la plaza de toros, la ciudadela o el ayuntamiento.
El primer paso para poder ver belleza en cualquier lugar es aprender a amarlo. Pamplona puede parecer sosa y aburrida, pero para poder disfrutar de ella hay que quitarse la venda de los ojos.
Podemos encontrar vistas muy interesantes de lugares sencillos. Es necesario aprender a mirar para encontrar esos rincones tan especiales.
Después de cinco años viviendo aquí me he encariñado con la mayoría de sus calles.
Igual que la distancia a hecho que admire más mi ciudad, el paso del tiempo ha conseguido que me sienta cómoda y feliz entre el frío y la lluvia.
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